Como la mayor parte de pandillas de prisión, los miembros de la AB se marcan a sí mismos con tatuajes distintivos. Por lo general, los diseños incluyen las palabras Aryan Brotherhood, AB, SS, 666, runas de la victoria, shamrocks y otros símbolos nazis e iconografía celta. Dicho grupo es algo así como una logia de asesinos, como los protagonistas del videojuego Assassin´s Creed, como la secta religiosa de los Hashshashin, como el Gremio de los Asesinos de Mundodisco, pero circunscrita al sistema penitenciario federal de Estados Unidos. Pero ¿cómo es posible que un grupo de gente sea tan letal? ¿Cómo se organizan? ¿Por qué se les considera ilustrados en el arte de matar?
Hombres con bigote
La mejor forma de identificar a un miembro de la Hermandad Aria no es a través de una túnica ceremonial, sino a través de sus bituminosos bigotes de Morsa, típicos del Salvaje Oeste. También acostumbran a llevar un tatuaje, que representa un trébol de cuatro hojas fusionado con una esvástica, con el motivo “666” estampado en sus hojas. Si algún recluso se tatúa ese símbolo sin permiso expreso de la Hermandad, se le pide que se lo quite… normalmente con una navaja.
La Hermandad fue fundada en 1964 en las instalaciones de máxima seguridad de San Quintín, en California, por un grupo de supremacistas blancos. Enseguida obtuvieron el prestigio del que gozan hoy en día, a pesar de que muchos de sus miembros acabaran con los pies en celdas de confinamiento de 23 horas diarias.
Pero también eran gente sin ningún tipo de remordimientos y vivían (y todavía siguen viviendo hoy en día) atendiéndose a un sencillo y siniestro código: “sangre que entra, sangre que sale”. Sangre que entra: cada posible miembro es admitido sobre la base de haber matado ya a un miembro de la banda rival, y se sobreentiende además que llevará a cabo otras ejecuciones que se le ordenen. Sangre que sale: la única posibilidad de salir es su propia muerte, a menudo prematura. O bien mediante un acontecimiento tan improbable como las causas naturales. O también, cosa infinitamente más probable (y en muchos casos preferible), por medios igualmente violentos.
Asesinos científicos
La velocidad a la hora de acabar con un objetivo es prioritaria en el contexto penitenciario. Un simple despiste de los guardias, y zas, puedes punzar un hígado o un bazo, o abrir una yugular, o perforar una espina dorsal.
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